viernes, 6 de septiembre de 2013

La aerofobia o el miedo a volar

La aerofobia o el miedo a volar es una dolencia que sufren muchos viajeros y que en realidad puede ser un problema grande con los que quieren ir a destinos lejanos

Hoy vamos a hablar de problemas a los que se tienen que enfrentar los viajeros, y la verdad es que en muchos casos, esos problemas pueden estropear un gran viaje, y conseguir que al final, nada sea lo que se esperaba, o que ni siquiera puedas despegar de tierra. Porque hablamos precisamente de una de las dolencias en las que se impide, o al menos se compromete a los viajeros a no poder viajar. Nos referimos a la aerofobia o el miedo a volar al cual echamos un vistazo a fondo a continuación.

Lo primero es saber que hay personas que no sufren miedo a volar, sino que más bien se obsesionan sin haber nunca subido en un avión, por las muchas películas que han visto, por lo que les han contado y por el miedo a lo que no se conoce. Esto, sumado al desconocimiento técnico de los ruidos y movimientos que se tienen en pleno vuelo pueden hacer entrar en pánico a viajeros que en realidad no tienen problemas de aerofobia. En estos casos, la calma es la mejor aliada, y mejor no pensar en ese tipo de seriales en los que los aviones no eran seguros. Porque aunque todos lo sabemos cabe reafirmarlo ahora. El avión es el medio de transporte más seguro que existe.

Sin embargo, si que hay quien sufre la aerofobia o el miedo a volar y pese a ello se sube en un avión intentando luchar con todos sus medios contra ese miedo que les impide sin lugar a dudas muchos viajes, ya que la mayoría los hacemos por comodidad en el medio aéreo, y hay algunos, si son a destinos lejanos que serían imposibles o inviables de realizar en otros medios.

Por último, un consejo simple que suele funcionar tanto a los viajeros que solo experimentan psicológicamente los síntomas del miedo a volar, como para aquellos que de verdad están afectados por aerofobia, es el de reservar un asiento en el pasillo del avión. Aunque la ventana puede ser fantástica cuando las vistas de tierra nos enseñan a las ciudades desde el aire, aumentan la ansiedad, la sensación de estar en las alturas e impiden distraer la mente del hecho de que se está volando. En todo caso, lo mejor para enfrentar el problema es viajar, viajar y viajar. Aunque al principio será muy duro.